junio 29, 2012

¿Cuántas palabras por minuto?



Hice un curso de lectura rápida y fui capaz de leerme ‘Guerra y paz’ en veinte minutos. Creo que decía algo de Rusia.
Woody Allen



Es curioso como hay circunstancias que de repente nos hacen reflexionar sobre un tema, el más reciente en mi caso es el de contar las palabras de lectura por minuto.

Todo comenzó hace un par de semanas que una maestra de secundaria me comentaba sobre el número de palabras que podían leer sus alumnos de tercero de secundaria y luego, cuando mi cuñada me  platicó irónicamente sobre el conteo de palabras leídas en la escuela de su hijo. Mi primera reacción fue de asombro pues no pensé que evaluar de esa forma la lectura aún fuera una práctica común. Me intrigó saber más al respecto pues intuía que el conteo estaría relacionado con la SEP y alguna nueva política educativa.

No estaba equivocada, al teclear en un buscador  “palabras por minuto lectura SEP” me encontré ante un asombroso mar de información relacionado con el tema. Resulta que desde finales de agosto del 2010 se presentaron los Estándares nacionales de habilidad lectora, (debo admitir que desde hace un tiempo deje de ser ferviente seguidora de los programas oficiales de lectura, en un principio me parecían interesantes y necesarios de conocer para poder hablar en materia de lectura, pero después de un tiempo sentí que la monotonía y la poca originalidad de los mismos aportaba poco a mis lecturas en el tema de lectura) el caso es que casi dos años después empiezo a leer sobre estos nuevos estándares que se presentaron con bombo y platillo y como el descubrimiento del siglo en materia de lectura.

¿Cuáles son las nuevas  viejas estrategias?

La SEP dice que la lectura tiene que ver únicamente con dos actividades la decodificación y la comprensión, así para ellos la mejor forma de medir el nivel lector es dividiendo la lectura en tres aspectos medibles: velocidad, fluidez y comprensión.

De los tres aspectos que buscan evaluar, el que tienen más claro es la velocidad misma que expresan en palabras leídas por minuto. Tienen gráficas muy elegantes para cotejar el nivel en el que se encuentra el alumno y así dar herramientas a los maestros para emitir un juicio respecto al nivel lector de los pequeños (y no tan pequeños pues esto aplica también para secundaria). La calificación, por llamarla de un modo, la expresan en la siguiente escala: avanzado, estándar, se acerca al estándar y requiere apoyo, siendo por supuesto el alumno “más lector” aquel que logra el calificativo de avanzado (gracias al número de palabras que puede leer por minuto) y el menos lector el que cae en la casilla de “requiere apoyo”.

Al asunto de la fluidez y la comprensión les dedican menos tinta, abordan un poco el tema de cómo evaluar la comprensión de un texto (pedir que el alumno repita lo que leyó y si omite alguna parte esencial del texto, señalarlo como un problema de comprensión), la fluidez que tiene que ver con las habilidades del alumno para leer en voz alta, en particular, entonación, ritmo y fraseo, supongo tramposamente que la evalúan al mismo tiempo que la velocidad, asunto que a mi juicio vuelve más escabrosa la lectura.

Mi veredicto final es de asombro, la SEP sigue buscándole tres pies al gato en materia de lectura. Cuenta con un buen grupo de asesores y estudiosos en el tema pero en última instancia el utilitarismo les gana y las estrategias creadas boicotean más que alentar las prácticas de lectura en el aula.

Como maestra, mamá y lectora creo que leer nunca será algo medible a cabalidad y mientras sigamos empeñados y atentos al área de la decodificación seguiremos pasando por encima de lo que suscita y detona la lectura a nivel interior e inconsciente.

El número de palabras leídas por minuto no expresa en modo alguno el papel que la lectura puede jugar en el desarrollo lector de un alumno, yo he constatado infinidad de veces que muchos de mis alumnos que mejor y más rápido leen son los que menos comprenden, pues están tan interesados en pronunciar y ganarle tiempo al texto que la comprensión y el entusiasmo por leer quedan fuera.

Creo que algo que sería interesantísimo en todo el sistema educativo es que por lo menos uno de todos los planes que emite la SEP se siguiera por un periodo largo, con capacitaciones intensivas y oportunas, espacios de apoyo a maestros y padres de familia y una revisión constante de lo que se hace y puede mejorar sobre la propuesta. Hay elementos en los que han avanzado, como son las estratégias de difusión en línea, la creación de manuales y la convocatoria a que los padres participen del desarrollo lector de sus hijos (aunque presenten la consabida consigna de leer con los niños al menos veinte minutos diarios, letanía que recuerdo desde que yo era pequeña), pero es justo decir que el camino se queda trunco cuando parece que con una calculadora de velocidad de lectura, mágicamente se resuelve el asunto de la lectura.

¿y ustedes, maestros, papás y lectores, qué opinan de todo esto?

cj

junio 27, 2012

Palabras, palabritas, palabrotas

Cuando llega un bebé a la familia se le comienza a platicar desde el momento mismo en el que toma una bocanada de aire. Las primeras palabras tratan de ser suaves, cariñosas, alabándolo. Luego se pasa a explicarle en voz clara y alta qué se le está haciendo o a dónde se le va a llevar. Cuando los meses lo permiten y su fuerza es mayor se le piden cosas, se le dan cosas, se le hacen señas y se le indican órdenes.

Las palabras rodean al ser humano, por lo menos en la familia que me tocó nacer, desde el vientre y hasta la última exhalación.

Por lo anterior, mi conclusión es que las palabras son amigas, forman parte de la vida y al escribirlas son liberadoras.


Como parte del proceso de aprender a escribir mi papá ensayaba conmigo mientras respondía su crucigrama semanal, pidiendo "una palabra que inicie con C", "piensa en una palabra que tenga x". Yo lo veía gozarse al realizarlo, intercambiar opiniones con mi madre y presumirle a mi tía que había podido completar alguno.

En casa las palabras las saboreamos, las deletreamos, las rimamos y siempre andamos fijándonos en ellas. Y creo que al hacerlo estamos heredando (en vida) a nuestro hijo el gusto por ellas.

Me he aficionado a un juego digital llamado Apalabrados, es una imitación del famosos Scrabble y el rol se repite, ahora soy yo quien hace comentarios como "una palabra que termine en s", "qué palabra se les ocurre que pueda llevar una y en medio". El reto es agradable y un reforzador positivo enoooome cuando encuentro colocar algunas letras difíciles o cuando termino por formar palabras dobles.

Si eres amigo y amiga de las palabras seguro las buscarás donde sea... incluso en los libros.

dfcg

junio 25, 2012

Así no es en la película


Cuando se trata de Literatura adaptada al Cine, siempre he tenido la preferencia, casi supersticiosa, de  leer el libro antes de ver la película. A mi hijo mayor le procuré esa costumbre, misma que lo incitó en la lectura de La travesía del viajero del alba, anticipadamente al  estreno en las salas de cine. Cuando se llegó el día de ver la susodicha adaptación, el exigente lector se mostró muy inconforme,  no paró de quejarse sobre los detalles que faltaban y las escenas que no coincidían con su imaginación.
Entonces  expliqué que de eso se trata el cine cuando se basa en la Literatura,  de “ver” cuál es la experiencia que otro tuvo al leer un libro que le gustó tanto como a nosotros. Que un libro tiene ese poder maravilloso: es distinto para cada lector. Incluso, la misma persona podría volver a leer el mismo libro, tiempo después,  y descubrir cosas que le habían pasado desapercibidas.  Hace tiempo que mi primogénito terminó la saga Las crónicas de Narnia y que dejó de esperar la versión fílmica de la cuarta parte.
 Estoy leyendo por segunda vez El león, la bruja y el ropero, ahora para mi hijo menor;  un capítulo cada noche, como lo hice con su hermano.  La diferencia es que en esta ocasión, el escucha ya ha visto la película no sé cuántas veces y con frecuencia  escucho su aclaración:  –así no es en la película, mami-. Esta vez he explicado  que alguien, un señor llamado C.S. Lewis, escribió esa historia hace muchos años, antes de que  mamá hubiera nacido, y que la película se hizo cuando él era un bebé.  Lo asombroso es que, a pesar de saber lo que ocurrirá, nadie se atrevería a decir que este niño disfruta el libro menos de lo que lo hizo su hermano.
Aquí dejamos algunas recomendaciones de lectura para que los niños digan: “así no es en la película”.
Charlie y la fábrica de chocolates Roald Dah
Alicia en el país de las maravillas Lewis Carroll
La historia interminable  Michael Ende
La invención de Hugo Cabret Brian Selznick http://lainvenciondehugocabret.grupo-sm.com/index.html

sd

junio 18, 2012

Un domingo con los dinosaurios


Es una hermosa narración del padre de dos niños, quien se queda a  cargo de ellos, mientras su esposa debe ausentarse por un día entero. Al inicio de la narración opina que ser ama de casa no sólo debe ser fácil sino que incluso debería ser divertido; sin embargo sus planes de domingo se ven interrumpidos por infinidad de incidentes y de circunstancias que no había tomado en cuenta.
No había considerado que pudiera enfrentarse a que el magnífico desayuno que preparó no fuera bien recibido, no había imaginado que su hijo menor tuviera “sus propias ideas acerca de como comer paletas”. En su domingo perfecto no se le había ocurrido que un padre a cargo tiene que enfrentar pleitos por juguetes. No se consideraba capaz de dar una bofetada a su hijo mayor, y no tenía idea de lo complicado que podía volverse cumplir una promesa.
Este narrador, nos recuerda que cuando nos convertimos en padres seguimos llevando dentro los hijos que fuimos y que muchas veces aquello que criticamos de quienes nos criaron, son los errores que repetimos. La esperanza resulta de la necesidad de conocer y comprender, como le sucede al hombre de esta historia cuando descubre que, no solamente no sabe nada sobre dinosaurios, sino que tampoco sabe tanto como creía sobre cómo ser el padre que anhela ser.
A propósito del día del padre, va esta recomendación y de paso un reconocimiento a esta nueva generación de papás que entraron a la sala de partos, que han cambiado pañales, que han ayudado en las tareas y que, en general, han hecho un esfuerzo por ser y hacer más.
El texto es de Marie-Aude Murail y las maravillosas ilustraciones de Juan Gedovius. Por cierto, les dejo aquí una breve entrevista"La lectura es un acto de libre placer", en la que este magnífico ilustrador mexicano, nos cuenta un poco de su experiencia siendo un padre que comparte la lectura con sus hijos.
sd

junio 16, 2012

Frederic Goudy: tipógrafo

El libro contiene letras, el tipógrafo crea letras en diversas formas y eso a los lectores nos encanta.

Frederic William Goudy fue un tipógrafo apasionado y un lector amoroso.

Su primer alfabeto tuvo el nombre de Camelot y hasta la fecha sigue vigente.

Deleitémonos con la tipografía.

dfcg

junio 14, 2012

Ramón Preocupón


En 2006 el FCE publicó en español Ramón Preocupón. Anthony Browne nos deslumbra desde la portada en la que encontramos la imagen de Ramón vistiendo uno de los chalecos que tanto le gustan al autor y caminando al parecer sin preocupación alguna. El primer guiño de la historia aparece en el título de la portada pues la “A” de Ramón es nada menos que un pequeño muñequito con cara de preocupación.

Como en casi toda la obra de Brown, el texto es claro y concreto, mientras que las ilustraciones son evocativas y se prestan a múltiples lecturas, pues utiliza elementos culturales que permiten que la fantasía del niño se mueva de acuerdo a sus intereses personales.

Leer Ramón Preocupón es mirar con lupa la etapa de los miedos infantiles. Pues el libro nos ofrece una historia que por ficticia que parezca puede asemejarse mucho a las preocupaciones, en ocasiones disminuidas por parte de los adultos, que interrumpen la vida de los pequeños.

¿Por qué leer un cuento para niños que trate el tema de las preocupaciones? el asunto es complicado y en las primeras páginas puede prestarse a confusiones. ¿Por qué un niño va a preocuparse por los sombreros, los zapatos o las nubes? Si nos centramos únicamente en el texto, el tema central “las preocupaciones” pierden sentido, es en las ilustraciones en donde encontramos el miedo latente de Ramón, quien acostado en una cama que parece demasiado grande se ve invadido por los elementos que le preocupan.

La historia avanza nos topamos con el papá y la mamá de Ramón que tratan de ayudarlo y hacerle ver que se encuentra en un lugar seguro, que el miedo viene de su imaginación y ellos no permitirán que nada malo le pase, pero las cosas no son tan sencillas y aquí está otro punto central del cuento, el miedo, como sucede en la vida real, no desaparece con solo evocarlo, Ramón sigue preocupado y asustado por cosas que lo persiguen aún cuando sale de su casa y pasa la noche con su abuela.

Es entonces la abuela, esta figura mágica dentro de la literatura infantil, quien le dice lo que quiere oír y sin aspavientos se identifica con el personaje. La abuela que en la ilustración se muestra demasiado grande frente al pequeño Ramón siempre peinado y vistiendo una pijama a rayas, no solo comprende y entiende a cabalidad lo que le preocupa a su nieto además le ofrece un objeto para depositar ahí todo el miedo que no sabe en donde poner. Este objeto es un símbolo no solo en la historia sino también a nivel cultural, los muñecos “quitapesares”, cobran vida en la historia y ayudan a dormir a Ramón por unas cuantas noches, hasta que las preocupaciones regresan y se proyectan en los mismos muñecos. La historia concluye cuando Ramón encuentra la forma de ayudar a sus muñecos y así ayudarse a sí mismo. Al final tanto Ramón como los muñecos “quitapesares” duermen sin preocupación alguna.

El cuento es hermoso, trabaja con elementos e imágenes que a los niños no solo les gustan sino los confrontan es uno de esos textos que va mucho más allá de lo evidente. Más si consideramos que el símbolo revelador de la historia: los muñecos “quitapesares”, son tomados  de la cultura Guatemalteca. El autor introduce un elemento nuevo para el lector que no esta familiarizado con la tradición de estos muñecos y a su modo recrea la historia para hacerla universal. 

cj

junio 13, 2012

Haciendo listas de lectura

En 2008 mientras trabajaba en una enorme escuela e intentaba que los alumnos despertaran a la lectura (aunque ellos tenían primero que sacar n cantidad de tareas y trabajos y para lo que menos tenían tiempo era para hacer lectura por placer) me encontré con la recomendación de la UNESCO: 23 libros al año.

Tomé entonces como reto esta recomendación.

Con un hijo de 3 años, tres trabajos, llevar una casa y hacer vida social mi, listado al final del año 2010 fue el siguiente:

1. Cigarrette girl (Carol Wolper, 1999)
2. Tan veloz como el deseo (Laura Esquivel, 2001)
3. Traer el cielo a la tierra
4. Anatomía del espíritu (Carolyne Myss, 1999)
5. El México narco (Proceso, 2009)
6. Seda (Alessandro Baricó, 1996)
7. Kitchen ( Banana Yoshimoto, 2009)
8. La cabaña ( W.P. Young, 2009)
9. Amando a Pablo, odiando a Escobar (Virginia Vallejo, 2009)

Y me dije ¿será el 2011 cuando lo logre?

En 2011 entré a trabajar a una escuela más relajada en la que además los alumnos andan por las instalaciones con un libro entre sus manos, la lectura, pues, es contagiosa. Mi lista terminó:

1. Diario de brigadista (José Agustín).
2. La geopolítica de las emociones (Dominique)
3. Marcial Maciel (Aristegui).
4. Balas de plata (Elmer Mendoza).
5. Tres tazas de té (Morterson).
6. Cartas de amor (Freud).
7. Viajero del siglo (Neuman).
8. Efecto tequila (Elmer Mendoza).
9. El perfume (Süskind).
10. El guardin entre el centeno.
11. Cuentos de hagas amorosos (Avilés Fabela).
12. El túnel (Sábato).
13. La caverna (SAramago).
14. El vuelo de la reina.
15. La esperada
16. El libro del amor
17. Cuentos vertiginosos (compilación de La Borbolla).
18. Cóbraselo caro (Elmer Mendoza).
19. La vida en común (Todorov).
20. Nadie me verá llorar (Cristina Rivera)
21. Castillo de cristal (Walls).
22. El león, la bruja y el ropero (C.S. Lewis).

No lo logré, me faltó uno, pero la satisfacción de saber que se puede leer por placer aún y con todo el trabajo del mundo, el saber que hay un libro esperando en la mesita de noche, justo para acompañar a personajes que viven vidas distintas a las mías, ya fue un gane.

Este año voy a buen ritmo, algunas ocasiones el libro se esfuma entre mis manos en uno o dos días, a veces dura semanas, otras, meses. Algunos libros viajan conmigo en mi bolsa, otros, se quedan en casa en la mesilla...lo que sí es que los libros me ayudan a vivir en cualquier parte.

¿Y usted, dónde lee?

dfcg


junio 11, 2012

Antes del T.L.C.

Quienes nacimos en el siglo relámpago  y hemos sobrevivido, estamos condenados a envejecer mucho más rápido que cualquier generación anterior. Esto es verdad  a pesar de la insistencia publicitaria que nos vende la fuente de la eterna juventud.
Envejecemos inevitablemente porque no hay tiempo suficiente para asimilar las novedades y adaptarnos a ellas. El progreso nos devoró. Antes de llegar a los cuarenta, sonamos como a nosotros nos sonaban los ancianos de ochenta.  Los bisabuelos nos sorprendían con relatos del tiempo de la Revolución,  cuando  había tiendas de raya. Nuestros abuelos mandaban a hacer su ropa con un sastre. Nuestros padres compraban leche en establos (incluso en “la región más transparente” donde yo nací).
Cuando yo era niña no había televisión de paga, había solamente cinco canales abiertos que dejaban de transmitir antes de las 12:00 a.m. Después de esa hora, en la tele nada más se “oían rayas” (Por cierto sólo uno de esos canales pasaba una barra infantil y solamente durante dos horas de la tarde. Luego la programación era para adultos y nos mandaban a la cama).
El cine era realmente barato. Antes de Cinepolis las funciones tenían intermedio, uno salía de la sala a comprar palomitas y a comentar las impresiones de lo que se había visto en la primera mitad de la cinta.
Las cámaras fotográficas usaban una película que había que mandar al laboratorio. Se esperaba entre cinco y siete días para tener el revelado y la impresión de las fotografías, muchas salían movidas, borrosas… no siempre nos veíamos bien en ellas.
Antes de 1985 MacDonald’s era un misterioso lugar del que hablaban quienes iban a Estados Unidos de vacaciones.
Antes de 1991 no había Walt Mart, sino una cadena mexicana de supermercados llamada Aurrerá. Todavía me tocaron las bolsas de papel en que se empacaban las compras.
En 1993 (cuando yo tenía 19 años)  le quitaron al peso mexicano tres ceros, es decir,  mil pesos se  convirtieron en un nuevo peso.
Antes del TLC  (1994) Carlos V era un chocolate mexicano (cuando la Nestlé todavía no lo compraba) y los 3 Musketeers y Milky Way no se compraban en el OXXO. Ni siquiera había OXXO sólo estaban las tiendas de abarrotes del barrio, que tenían el nombre del dueño o de la colonia.  En la tiendita de don Martín yo compraba fichas de chocolate (sin envoltura).
Los chocolates gringos eran fayuca… ¡fayuca!, la palabra es ya un arcaísmo. Se usaba para referirse a la mercancía extranjera que entraba ilegalmente al país: Vans, Converse, Levi's… eran marcas que no se compraban en una plaza comercial. Usábamos tenis Panam.
Esperábamos meses para conseguir un disco de vinilo. Nunca nos cruzaba por la mente que nuestro grupo favorito diera un concierto en nuestra ciudad, a lo más que podíamos aspirar era a verlos  en Video éxitos con Gloria Calzada. Antes de 1993 no se veía MTV  en Latinoamérica.
No teníamos IPod, sino walk man. Había que darle vuelta al casete para escucharlo por el “lado B”. Mecanografiábamos los trabajos de la prepa y si nos equivocábamos al teclear, usábamos korex. Hasta entrados los años 90 era poco común que se tuviera una computadora en casa y la información se almacenaba en un disco de 3 ½  o floppy. Yo me pregunto: ¿de qué se acordarán nuestros hijos y nuestros alumnos cuando se vean en la tarea de la crianza? ¿cuánto habrá cambiado el mundo para entonces?
Cuando yo era chica, mi hermano mayor (que me lleva por 18 años) me decía: -Cuando tú seas grande y hablemos por teléfono, nos vamos a poder ver por una pantallita-. También hablaba de que los polos algún día se derretirían.  Yo, por supuesto, pensaba que estaba completamente loco.

sd

junio 08, 2012

La Peor Señora del Mundo

Hay libros que encuentran su camino dentro del gusto de los niños a pesar de las quejas iniciales por parte de los adultos. La Peor Señora del Mundo es una de estas obras que en un principio encontró renuentes a los adultos, ávidos a los pequeños y ambivalentes a los maestros.

El cuento del narrador y poeta mexicano Francisco Hinojosa, ilustrado por el caricaturista, pintor y uno de los cartonistas políticos más celebres de México, Rafael Barajas “El Fisgón”, apareció hace ya casi dos décadas. En 1992 en México aún no se vivía el boom y despliegue de la producción editorial de literatura infantil y juvenil que se ha exacerbado en los últimos años, había libros para niños, unos mejores que otros, pero no con la calidad ni la consciencia con la que se escribe e ilustra ahora para los pequeños.

La Peor Señora del Mundo nació de prisa, el mismo Francisco Hinojosa ha dicho que fue una de esas historias que surgen “una vez en la vida” pues la escribió en no más de cuatro horas. Un cuento redondo que se le escapó del tintero antes de entenderlo por completo, una historia que amenazaba por el tipo de personaje que presenta, pero sobre todo, porque sin saberlo, replanteo la literatura infantil y juvenil que se escribía en México.
En un país en el que nos hemos negado a asumir una idea de la niñez que integre sus deseos, ambivalencias, gustos y disgustos a la par de los adultos. Una historia así era (y sigue siendo) amenazante porque nos presenta esa doble cara de “lo mexicano” que tanto nos cuesta ver.

Una mujer opuesta a la idea de buena madre de cualquier país, más aún de México en donde la madre es la figura abnegada que cuida y vela eternamente por el bienestar de sus hijos, familiares y personas cercanas. La Peor Señora es mala también con sus hijos a quienes alimenta con comida de perro y castiga por sacar buenas o malas calificaciones, les pone limón en los ojos y los hace dormir en un gallinero.

Por otro lado la historia nos muestra a un pueblo en masa, que se puede manipular y prefiere huir de las situaciones problemáticas, La Peor Señora tiene a todos tan cansados que logra que hasta los seres más pequeños, las cucarachas, se vayan. Si regresan es porque se plantea la posibilidad de vengarse a través de pisotones y pellizcos. El cuento nos atrapa sin aspavientos y el personaje de tan malo se vuelve entrañable.

Era una señora mala, terrible, espantosa, malvadísima.
La peor de las peores señoras del mundo.
La más malvada de las malvadas.

Las ilustraciones que en la versión original son en blanco y negro, y en la versión de aniversario se pavonean más grandes y a todo color también son exageradas, juegan con los estereotipos mexicanos a través de los guiños de humor de El Fisgón; el mandil como parte esencial de la indumentaria de La Peor Señora, las cactáceas, los sombreros, las trenzas, los bigotes, y el campo. Al final el lector atento termina asombrado por las similitudes que se pueden encontrar entre el pueblo de Turambul y otros pueblos y ciudades de México.


El desenlace de la historia no podía dejar de lado el ingenio mexicano, el pueblo entero se une para poner en marcha un plan que acabe con el sufrimiento y maltrato a los que los ha sometido esta mujer que goza dañando a otros. El plan es simple pero eficaz, requiere la complicidad de todos, también de la Peor Señora que como personaje principal debe mantener su esencia hasta la última página del libro.

El final es clásico “desde entonces todos vivieron felices”, Francisco Hinojosa, nos hace ver con la simplicidad de un buen artista que hay ciertos elementos que hacen de la buena literatura lo que es: las frases contundentes, el lenguaje claro pero no simplificado, el gusto por la ficción sin perder de vista la identidad.


La Peor Señora del Mundo es uno de esos cuentos que a puntapiés de tacón de bota picuda, arañazos de uñas demasiado largas y ojos que amenazan a quien se atreva a mirarlos de frente, se ha convertido en un clásico de los niños.

cj

junio 05, 2012

¿Hace daño la lectura?

Cuando la conocí era una niña de ocho años. La última vez que la vi ya había cumplido 17.
Creció abrumada por un hogar no común (de esos que ahora llaman disfuncionales), con problemas escolares, en ausencia de amigos.

Al pasar los años y entrar en la adolescencia la observé que los libros le empezaban a llamar la atención, se acercaba al librero y husmeaba entre ellos, desconozco cuál fue el primer libro que abrió y degustó, lo que sí puedo afirmar es que, ahora, cuando uno libro toca sus dedos se adhiere a ellos por los siguientes tres o cuatro días, tiempo en el que pasa al siguiente.

Su abuela, su madre y su padre tienen un conflicto con ella: ¡lee demasiado! Dicen alarmados que no quiere hacer otra cosa que pasársela leyendo, que compra demasiados libros, que apenas cae dinero en sus manos y lo materializa con una historia en forma rectangular.

Tanta alarma me ha llevado a preguntarme si en verdad a alguien le puede hacer tanto daño leer, si aquella escena de El Quijote, en el que el doctor, la cocinera deciden quemar los libros que habían ocasionado la locura don Alonso Quijano, se puede traer a la vida real.

Me parece que la lectura puede brindar consuelo a adolescentes, que puede proveer de herramientas emocionales para salir adelante, que pueden proporcionar compañía y que una vez que logren su cometido y den luz y fuerza emocional, las personas pueden salir a continuar con la convivencia, con la práctica social.

No tengo ninguna investigación que respalde estas hipótesis, sólo mi propia creencia y la observación de jóvenes...¿será que estoy cercana a la verdad o que mi gusto por la lectura defiende este tipo de experiencias en pro de que sean sanadoras?

dfcg

junio 04, 2012

Leer y dibujar.


Érase una vez un alumno de bachillerato que leía y, no sólo leía, comprendía más de lo que estaba dispuesto a demostrar en un trabajo académico. A pocas cosas tan frustrantes me he enfrentado como maestra, a pesar de que la Historia esté plagada de genios a los que “les iba mal” en la escuela, me molestaba tremendamente que este alumno reprobara y reprobara consistentemente pudiendo tener las mejores notas. Por el contrario, él parecía bastante cómodo con su modo de ir pasando como el que más sabía, pero también como el que más materias dejaba a extraordinario. ¿Cómo era posible que no se molestara en ocultar su inteligencia  explicando  a todos sus compañeros cualquier cosa que los hacía tirarse de los pelos la semana de entrega de trabajos?
     No servía para estimularlo la adulación, ni ningún argumento lo convencía de acceder de un modo ordinario a la evaluación. Simplemente parecía que despreciaba las calificaciones  como si éstas pudieran arrebatarle el placer del conocimiento. Además, este alumno era dueño de un exquisito sentido del humor, así que no era difícil imaginar que en cualquier camino que emprendiera, la buena fortuna le acompañaría. Así trataba yo de consolar a su preocupada madre cuando me compartía su consternación.
     Sin embargo, estuve decidida a conseguir que al menos Literatura la aprobara en el calendario corriente y le tendí una pequeña trampa. Entre sus mayores talentos estaba el dibujo, desde que estaba en la secundaria parecía ser esta actividad la que gozaba de la mayor parte de su tiempo e interés. Todo lo dibujaba y tenía además ese refinamiento del caricaturista que observa el detalle y lo transforma en un mensaje gráfico. Tengo que decir que me he hecho mis mañanas para detectar cuando el análisis es el resultado de copy + paste en Wikipedia, pero nada ha resultado más certero que un análisis de personajes dibujado. Recuerdo que dibujó a cada personaje de Pudor, una novela de Santiago Roncagliolo, con tal detalle y precisión que no tuvo más remedio que resignarse a una buena nota.
     Él no volvió a hacer trabajos escritos de Literatura pero he sabido que le va muy bien en su carrera, misma que por supuesto, tiene que ver con la creatividad y el dibujo, y por cierto… cuando lo hace, escribe muy bien, una secuela inevitable del lector.  Yo descubrí otras formas de evaluar Literatura y entendí que es necesario permitir que se manifieste lo aprendido de maneras diferentes.
     La ilustración que aquí les comparto es de otro alumno quien, como su precursor, dibuja muy bien, aunque éste no era  resistente a escribir, ni a las buenas notas. El dibujo formó parte de un análisis de Mi vida con la ola uno de los relatos  de Octavio Paz que corresponden a su etapa surrealista.  Ahí está la incorpórea ola, con su aborrecida belleza. Ahí están los lujuriosos peces nadando entre ella, los barquitos y demás juguetes con que el narrador había buscado complacerla. 
     Pero esa es otra historia... ya se las contaré.

sd