Últimamente aprender algo de memoria por repetición es visto como un sacrilegio educativo, las nuevas corrientes
pedagógicas buscan que el aprendizaje sea “significativo”, es decir que se
engarce con lo que ya sabíamos y sea aplicable a la vida, la idea es que cada
individuo construya el conocimiento y no solo memorice y repita como perico.
Abogo por el conocimiento de fondo y por aprender
desde lo previamente construido, sin embargo no condeno la memoria y tampoco la repetición.
Todo lector que se precie de serlo tiene que
ejercitar constantemente la memoria, una novela implica que recordemos lo que
va sucediendo en la historia; los nombres y vidas de diversos personajes, las
ciudades y escenarios, un ensayo se engrana a través de la memoria en nuestros
juicios y prejuicios sobre el tema, el cuento juega con nuestra memoria al
presentarnos situaciones extraordinarias o inesperadas y la poesía nos remite a nuestros primeros juegos con el lenguaje, todo ello es memoria, sensorial y lingüística.
El último año he constatado el poder de la repetición
pues mi hija de tres años cuando descubre un libro que le gusta lo quiere
escuchar hasta hacerlo suyo. Primero lo escucha calladita observa las
ilustraciones y danza con las palabras, después de varias lecturas comienza a
paladearlo pronuncia bajito y para ella las palabras que se avecinan, luego
empieza a memorizar frases y después de muchas lecturas se avienta a repetir
una y mil veces todo el texto, cuando esto sucede el cuento ya es de ella, en
este momento el libro ya no importa pues el cuento ya está dentro de ella y lo
cuenta y repite encantada a la menor provocación, a veces regresa a las
ilustraciones para deleitarse narrando.
Entre memoria y repetición se va haciendo de
palabras, porque repite muchas cosas que no entiende y las memoriza hasta el
momento en el que las escucha en otro contexto y entiende su significado. Al
principio yo intentaba explicarle los términos que desconocía, luego me di
cuenta que eso le restaba emoción al cuento además de que mi explicación no
servía de nada porque se perdía entre la historia y las ilustraciones, ahora la
escucho feliz repetir (a veces) como perico, porque también se goza con la
textura y los acordes de las palabras.
Yo recuerdo con cariño algunas poesías que me tuve
que aprender de memoria cuando estaba en primaria, las memorizaba y repetía
muchas veces sin entender su significado, mismo que llegaba en oleadas y que
hoy me trae buenos recuerdos.
Y ustedes ¿repiten?, ¿memorizan? O nada de eso…
Nos leemos
cj
Las imágenes son de algunos de los cuentos que mi
hija se ha aprendido de memoria.
Ese de la iguana, contado por ella, es una dulzura! :)
ResponderEliminar