En 2006 el FCE publicó en español Ramón Preocupón. Anthony Browne nos deslumbra desde la portada en la que
encontramos la imagen de Ramón vistiendo uno de los chalecos que tanto le
gustan al autor y caminando al parecer sin preocupación alguna. El primer guiño
de la historia aparece en el título de la portada pues la “A” de Ramón es nada
menos que un pequeño muñequito con cara de preocupación.
Como
en casi toda la obra de Brown, el texto es claro y concreto, mientras que
las ilustraciones son evocativas y se prestan a múltiples lecturas, pues
utiliza elementos culturales que permiten que la fantasía del niño se mueva de
acuerdo a sus intereses personales.
Leer
Ramón Preocupón es mirar con lupa la etapa de los miedos infantiles. Pues el
libro nos ofrece una historia que por ficticia que parezca puede asemejarse
mucho a las preocupaciones, en ocasiones disminuidas por parte de los adultos,
que interrumpen la vida de los pequeños.
¿Por
qué leer un cuento para niños que trate el tema de las preocupaciones? el
asunto es complicado y en las primeras páginas puede prestarse a confusiones. ¿Por qué un niño va a preocuparse por los sombreros, los zapatos o las nubes? Si
nos centramos únicamente en el texto, el tema central “las preocupaciones”
pierden sentido, es en las ilustraciones en donde encontramos el miedo latente
de Ramón, quien acostado en una cama que parece demasiado grande se ve invadido
por los elementos que le preocupan.
La
historia avanza nos topamos con el papá y la mamá de Ramón que tratan de
ayudarlo y hacerle ver que se encuentra en un lugar seguro, que el miedo viene
de su imaginación y ellos no permitirán que nada malo le pase, pero las cosas
no son tan sencillas y aquí está otro punto central del cuento, el miedo, como
sucede en la vida real, no desaparece con solo evocarlo, Ramón sigue preocupado
y asustado por cosas que lo persiguen aún cuando sale de su casa y pasa la
noche con su abuela.
Es
entonces la abuela, esta figura mágica dentro de la literatura
infantil, quien le dice lo que quiere oír y sin aspavientos se identifica con el
personaje. La abuela que en la ilustración se muestra demasiado grande frente
al pequeño Ramón siempre peinado y vistiendo una pijama a rayas, no
solo comprende y entiende a cabalidad lo que le preocupa a su nieto además le ofrece
un objeto para depositar ahí todo el miedo que no sabe en donde poner. Este
objeto es un símbolo no solo en la historia sino también a nivel cultural, los
muñecos “quitapesares”, cobran vida en la historia y ayudan a dormir a Ramón por
unas cuantas noches, hasta que las preocupaciones regresan y se proyectan en
los mismos muñecos. La
historia concluye cuando Ramón encuentra la forma de ayudar a sus muñecos y así
ayudarse a sí mismo. Al final tanto Ramón como los muñecos “quitapesares”
duermen sin preocupación alguna.
El
cuento es hermoso, trabaja con elementos e imágenes que a los niños no solo les
gustan sino los confrontan es uno de esos textos que va mucho más allá de lo
evidente. Más si consideramos que el símbolo revelador de la historia: los
muñecos “quitapesares”, son tomados de
la cultura Guatemalteca. El autor introduce un elemento nuevo para el lector
que no esta familiarizado con la tradición de estos muñecos y a su modo recrea
la historia para hacerla universal.
cj
Cuando he narrado cuentos en los que se expresan los miedos de los niños, éstos entran en estado de transe al escuchar, sus ojos son una exclamación viviente: ¡sí, sí eso me ha pasado a mi!
ResponderEliminarSi Dul, la verdad es que hay que buscar más LIJ que se acerque a miedos, angustias y escenarios no agradables que experimentan los niños, es un buen recurso para que digan o resuelvan sin decir lo que les preocupa. ;D
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