Es una hermosa narración del
padre de dos niños, quien se queda a
cargo de ellos, mientras su esposa debe ausentarse por un día entero. Al
inicio de la narración opina que ser ama de casa no sólo debe ser fácil sino
que incluso debería ser divertido; sin embargo sus planes de domingo se ven
interrumpidos por infinidad de incidentes y de circunstancias que no había
tomado en cuenta.
No había
considerado que pudiera enfrentarse a que el magnífico desayuno que preparó no
fuera bien recibido, no había imaginado que su hijo menor tuviera “sus propias
ideas acerca de como comer paletas”. En su domingo perfecto no se le había
ocurrido que un padre a cargo tiene que enfrentar pleitos
por juguetes. No se consideraba capaz de dar una bofetada a su hijo mayor, y no
tenía idea de lo complicado que podía volverse cumplir una promesa.
Este narrador,
nos recuerda que cuando nos convertimos en padres seguimos llevando dentro los
hijos que fuimos y que muchas veces aquello que criticamos de quienes nos
criaron, son los errores que repetimos. La esperanza resulta de la necesidad de
conocer y comprender, como le sucede al hombre de esta historia cuando descubre
que, no solamente no sabe nada sobre dinosaurios, sino que tampoco sabe tanto
como creía sobre cómo ser el padre que anhela ser.
A propósito
del día del padre, va esta recomendación y de paso un reconocimiento a esta
nueva generación de papás que entraron a la sala de partos, que han cambiado
pañales, que han ayudado en las tareas y que, en general, han hecho un esfuerzo
por ser y hacer más.
El texto es de
Marie-Aude Murail y las maravillosas ilustraciones de Juan Gedovius. Por cierto, les
dejo aquí una breve entrevista"La lectura es un acto de libre placer", en la que este magnífico ilustrador mexicano, nos cuenta un
poco de su experiencia siendo un padre que comparte la lectura con sus hijos.
sd
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