Dice Milan Kundera que: “La
novela que no descubre una parte hasta entonces desconocida de la existencia es
inmoral”[1].
De esto me acorde mientras leía Un arma
en casa de Nadine Gordimer. Estamos acostumbrados a sentir empatía por la
víctima y la familia de un crimen fatal, pero con mucha menor frecuencia nos acordamos
que el victimario también es padre o esposo, hermano o hijo de alguien.
Título original: The house gun |
En Un arma en casa los padres de un joven
arquitecto, se
enfrentan a algo nunca previsto. Reciben un día la noticia de que Duncan está
detenido, acusado de homicidio. Profesionistas
y cultos, padres conscientes de haber dado a su hijo la formación que hoy les
permite vivir tranquilos, rechazan la culpabilidad del hijo; aun cuando éste no
se declara inocente, se aferran a la idea de que todo debe ser un terrible
error.
Nadine
Gordimer, premio nobel de literatura en 1991, sin duda explora en esta novela
una parte de la existencia que no se había narrado. Nos pone frente a la
posibilidad de que la educación privilegiada y el núcleo de una familia
liberal, no sean garantía de una vida moral y justa. Claudia y Harald no pueden evadir sus propios
prejuicios en el proceso de la historia, así como tampoco podrán asegurar que
conocen a su hijo.
Esta esdrújula se confiesa estremecida por la lectura de una novela
moral (en el estricto sentido kunderiano), y deja aquí una cita de la autora, que
por sí misma invita a la reflexión:
“Y habían superado, también –no, dominado- estas incompatibilidades a través de las distintas etapas, en el matrimonio, en el amor que se tenían, como algo diferente de estar enamorado; incompatibilidades ignoradas en el momento de la concepción: pero presentes. El hijo nació de todo ello” [2]
sd
[1]
KUNDERA Milan (2004) El arte de la novela Fábula Tusquets
pág: 16
[2]
GORDIMER Nadine (2006) Un arma en casa
Ediciones B pág: 91
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