El título es arriesgado, pero es el día del niño y algo de juego no nos cae mal. Pensando un poco en lo que los niños nos pedirían a los adultos en cuestiones de lectura, creo que las cosas irían más o menos así:
1-
¡Háblame!,
desde que llegué a este mundo (y en los nueve meses previos) tu voz ha sido mi
guía y compañera. Alimenta mi entusiasmo y la seguridad que tus palabras me
proporcionan y cuéntame la vida. Tal vez no entienda el significado de lo que
dices, pero el tono y la forma en la que me narras el mundo, irá despertando mi
curiosidad y gusto por las historias.
2-
¡No esperes a que sepa leer para acercarme libros!.
Muéstrame los libros e inúndame de palabras lo más pronto que puedas. Me
encantará probarlos, habituar mis manos a la forma de estos objetos extraños y
descubrir las imágenes que contienen ¡no esperes!
3-
¡Déjame leer!
Si tengo un libro en las manos, deja que sea yo quién lo inspeccione y
descubra, si quiero que me lo leas te lo pediré (aunque aún no sepa hablar, sé
perfectamente darme a entender), si el libro no es adecuado o interesante para
mí, pronto me daré cuenta de ello. Ayúdame a entender cómo es qué debo manejar
estos objetos, pero no hagas las cosas por mí o limites mis exploraciones.
4-
¡Disfruta conmigo!
Si te gusta leer, lee conmigo, si prefieres cantar, canta conmigo, si lo que
más disfrutas es dibujar historias, enséñame a contar con dibujos. Contágiame
la forma que más te acomodé para entender el mundo y descifrarlo, no hagas nada
“porque se tiene que hacer”, la lectura como casi todas las actividades
entrañables, se contagia, no se impone y mucho menos se aparenta.
5-
¡No te contradigas! Si me dices que leer es maravilloso, necesario, una
oportunidad, un viaje y en última instancia una herramienta para ser más libre.
No lo utilices de castigo, no me obligues a leer, no critiques el tiempo que
dedico a la lectura diciendo que es tiempo perdido.
6-
¡Respeta mis gustos! Tal vez el libro que
te pido que me cuentes cada noche ya te tenga cansado, te parezca que no es de
muy buena calidad o te aburra. Si lo elijo una y otra vez es porque algo encuentro en él que me ayuda y me atrae.
Dame chance y tiempo, te prometo que no será para siempre.
7-
¡No impongas! Si de niño tenías un autor
o libro favorito, sugiéremelo e intenta que me emocione con la historia, si
funciona tendremos tema para rato y algo más que compartir. Si no me gusta, no
lo tomes personal, simplemente somos distintos y en ese momento el libro y la
historia, tal vez no me digan nada.
8-
¡No te obsesiones! Respeta mi ritmo
y la forma en la que voy aprendiendo a leer, no me compares ni te desesperes.
Leer es complicado, intenta recordar cuando tú aprendiste, motiva mi desarrollo
e interés por la lectura, no lo sofoques o extingas con imposiciones.
9-
¡Déjame jugar!
El juego es mi forma de entender el mundo, la lectura, las palabras y los
libros para mí son un juego, no los vuelvas una actividad formal y ajena, no la
pintes tan solemne y aburrida.
1- ¡Rodéame
de buenas historias! Hay mucho escrito que no vale la pena ni reta
mi intelecto, déjame elegir pero procura que la canasta de la que elija esté
llena de buena literatura infantil.
IIlustración Carmen Lara