La salud es un tema para padres.
Claro, cuando uno sostiene a su bebé en los brazos por primera vez, se da
cuenta de la fragilidad de ese pequeño ser que es, desde ese momento y hasta
que él sea autónomo, responsabilidad nuestra.
Entonces nos ocupamos de encontrar un médico de confianza y lo llevamos
a consulta para los chequeos de rutina y cuando observamos que algo no anda
bien con su salud.
Deseamos, por
supuesto, que estén saludables y nos preocupa que estén enfermos. Es frecuente
que otorguemos la máxima autoridad a los médicos, que son los expertos en el
tema de salud. Aunque quizá, valga la pena detenerse un momento a pensar de qué
manera consideramos la enfermedad.
Dicen los homeópatas
que la medicina alopática trata la enfermedad y sus síntomas, mientras que la
homeopatía trata al enfermo. Los alópatas dicen que la homeopatía sólo puede encargarse
de algunas pocas afecciones menores y, con desconfianza, advierten que lo serio
no se puede descuidar ‘con chochos’.
Pero ¿qué es
la enfermedad?, ¿es un estado transitorio?, ¿es un lenguaje que usa el cuerpo
para expresar algo más?, ¿es normal que los niños estén enfermos? ¿Por qué nos angustia
la enfermedad? Personalmente he
encontrado razones para no creer plenamente en lo que dicen los expertos. Michel
Foucault, el audaz y agudo filósofo del siglo XX, criticó fuertemente el poder
ejercido por la clínica y en general por las instituciones. Poder otorgado y
reforzado por las personas que no somos especialistas.
La mayoría de
los padres no estudiamos medicina pero, tenemos la responsabilidad de la salud
de nuestros hijos; así que vale la pena observar, averiguar y entender lo mejor
que podamos, antes de decidir y concentrar el poder de curación en uno u otro
medicamento. Finalmente nuestros hijos tomarán el que hayamos decidido darles,
porque somos las personas en quien ellos confían y de quienes esperan,
naturalmente, amparo y protección.
Hace unos días,
en la librería, llamó mi atención un
libro: El cuerpo nunca miente. No
conocía a la autora pero el título y la contraportada me prometieron mucho. Alice Miller, http://www.alice-miller.com/index_es.php ahora sé,
fue una polaca, que estudió e investigó
la infancia y las causas de las enfermedades originadas inconscientemente en
esa etapa. La franqueza con la que está
escrito este libro, hace que sea fácil explicarse por qué su autora es un
personaje polémico y seguramente incomodo para muchos.
A partir de
las biografías de grandes personajes de la Historia de la Literatura, señala los
extremos provocados por el cuarto mandamiento. El haber honrado a sus padres ciegamente y
sin cuestionamiento, acusa Alice Miller, costó a famosos escritores como
Dostoievski, Chéjov, Kafka, Rimbaud, Proust, Joyce, Woolf, entre otros; la salud y la vida.
El mandato ha
sido transmitido por la tradición y la cultura ha validado el maltrato. Enfermedades
como el asma y la depresión, son hoy en día consideradas hereditarias. ¿Habrá
de verdad un gen indeseado que pasa de generación en generación… o será posible
que, las conductas que sufrimos de niños las repetimos, porque no conocemos otra
manera de ser padres más que la que aprendimos de los nuestros?. La búsqueda de la consciencia puede ser un
camino largo y difícil; ser padres es una buena razón para iniciarlo y
significa la oportunidad de romper círculos viciosos.
He escuchado (y quizá también creído) que la nuestra, es la
última generación de hijos maltratados y la primera de padres maltratados. Habrá que reflexionar qué cosas consideramos
un trato malo. En las respuestas más próximas pensaremos en gritos y nalgadas,
pero tal vez podamos ir más hondo e incluir en la lista otras acciones con las
que podemos ignorar las necesidades de nuestros hijos o, por el contrario, sobreatenderlas. Los niños necesitan amor, necesitan saber que lo tienen de sus padres de manera incondicional. Si crecen con esa seguridad no necesitarán ningún mandamiento que les obligue a amar; amarán porque eso fue lo que aprendieron y su cuerpo dirá la verdad.
Esta esdrújula les desea que
tengan una buena semana en la que gocen de salud y del amor de sus hijos. Les
aconseja también que si deciden tomar la recomendación de lectura, lo hagan en
dosis bajas, porque es fuerte y la mente puede tardar en asimilarlo.
sd
Éste libro está en mi mesilla de noche, es decir espera a ser leído y por lo que narras me invitas a hacerlo.
ResponderEliminar