María Montessori (1870-1952) |
Hace más de cien años una mujer, María
Montessori, fundó una de las pedagogías más asombrosas que existen. Quien haya
visto un salón Montessori no puede negar que el ambiente preparado es una invitación silenciosa a conocer. El mobiliario es adecuado a la estatura de los
niños y los materiales están a su alcance, sin embargo, a cualquier hora de la
mañana todo luce en perfecto orden. Habrá a quienes les cueste creer que en ese
lugar haya niños prescolares y seguramente se maravillarán de ver lo que son
capaces de hacer por ellos mismos, sin ayuda.
Observen
ustedes la próxima ocasión que tengan de estar cerca de un grupo de niños, distinguirán
al que va a un colegio Montessori porque es el que ‘cierra’ su silla cuando se
levanta, es el que lleva su plato al fregador, incluso, si los adultos cercanos
no lo interrumpen, puede ser que lo
lave. Tuve noticias de esta pedagogía
poco después de haber nacido mi hijo mayor,
alguien muy cercano y querido, tiene una hija ciega y me platicaba de las
razones detrás de esos hábitos; por ejemplo, si alguien no cierra su silla,
otro puede tropezar y lastimarse. Eso me
pareció importante, quería que mis hijos aprendieran el respeto y la
consideración hacia los demás.
(René en su kínder Montessori, aprendiendo a leer) |
Los períodos
sensibles, uno de los aspectos que más cuida el método, resultan otra forma de respeto. Funciona exactamente a la
inversa de los métodos tradicionales. No es el maestro quien decide el momento
de enseñar algo en particular; es el niño, que tiene la libertad de probar los
materiales dispuestos, quien se acerca a
uno en específico cuando está listo para adquirir el aprendizaje que le ofrece.
Como el error no es castigado, el interés permanece hasta que el aprendizaje se
completa.
Esa es una de
las críticas que más frecuentemente se hace a las escuelas Montessori, que en ellas los niños “hacen lo que quieren”,
es decir, no son vistos ni tratados como contenedores que hay que llenar con lo
que se ha determinado es hora que aprendan. Estos niños desde pequeños son
dinámicos y creativos, no reciben aprendizaje, lo construyen para sí. Estos niños “quieren lo que hacen”. Creo que esa fue la principal razón por la
que mis dos hijos fueron niños montessori, eso es precisamente lo que más deseo
para ellos, que amen lo que hacen, que lo disfruten, en resumen que sean
felices.
María Montessori
advirtió las necesidades del niño hace más de un siglo, pero no ha sido la
única, Piaget también señaló la importancia del desarrollo psicomotriz en favor
del nacimiento de la inteligencia. ¿Por qué entonces aún conservamos sistemas
en los que queremos tener a los niños calladitos y sentaditos justo cuando es
el tiempo de que se muevan y desarrollen el lenguaje?
Siendo maestra
de adolescentes, he constatado muchísimas veces que los alumnos que tienen una
actitud más independiente en sus
procesos de aprendizaje, los que se muestran más responsables de su trabajo y
pueden encontrarlo placentero, los que son creativamente seguros, estuvieron en una escuela en la que pudieron hacer lo que
querían y aprender a querer lo que hacen.
sd
Es curioso, que yo siendo una convencida de este método, siento ahora un temor de que no pueda desarrollar todo lo que se debe para "enfrentar" al mudno del siglo XXI. Sin embargo, cuando me detengo a analizar cada uno de estos introyectos me doy cuenta que tanta RIEMS y REBS han hecho mella en mi y entonces me relajo y lo veo amasar el pan que preparará, lo imagino cortando la verdura para hacerse su sopa, sí todo esto en su escuela que aunque ya no es Montessori, maneaja la idea de que el niño puede y es una apasionado del aprendizaje.
ResponderEliminarYo cada día me maravillo más con la forma en la que el método ayuda a los pequeños a estructurarse; el orden, la constancia y la libertad que les permite ejercer. Además los hace disfrutar el aprendizaje, ampliar su curiosidad y gozar cada hazaña que realizan. Yo he puesto en práctica la filosofía Montessori a través de los ojos de mi hija y hasta ahora ha sido hermoso.
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