Le decían el Feroz. Su tamaño, mirada y aspecto no eran tal.
Estudió en la preparatoria de la Universidad Autónoma de Sinaloa en la década de los 70's, desde entonces se destacó por ser una lector voraz a la edad en la que otros andaban buscando "morritas".
Participó en los grupos estudiantiles que andaban de "revoltosos" y "rojillos", él siempre con un libro bajo el brazo.
Estudió una de esas carreras que tenía que ver con las Letras y la Filosofía y dedicó su vida a despertar el amor por la lectura en sus alumnos.
Actualmente, muchos de ellos confiesan que llegaron a sus aulas temiéndole y que después de llevar un curso con él deseaban seguir, pues "el profe no forzaba a la lectura, no te decía que leer era bueno, simplemente describía tal o cual lectura y tú ya querías saber más".
También comentan que algunas veces los alumnos acudían a él para consultar dilemas de vida, buscaban en él respuestas pues lo consideraban "machín pa'la pensada".
Hace más de un año salió de su casa para dirigirse a una comida de sus cuates, nunca llegó a la comida, nunca regresó a su casa. Y como muchos otros de este sexenio fue encontrado en un camino vecinal, sin vida. La comunidad se hizo la pregunta acostumbrada -¿y a él, por qué?, pero si él no se metía con nadie-. La respuesta, como en muchos otros casos sigue sin llegar.
En quienes dejó su huella, el hábito sigue constante y quienes no tuvimos la oportunidad de temerle por su ferocidad por leer nos preguntamos ¿será que el ejemplo es la llave para lograr lo que pensamos tan complicado: fomentar la lectura?
dfcg
*No le temí como profesor pero desearía su ferocidad.
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