Un grupo de compañeros de trabajo lo sostiene anímica y laboralmente, le tratan como el sinaloense promedio trata a sus cuates: con groserías, albures y frases humillantes. Agresivos pues, explicaría cualquier profesionista de la salud emocional.
¿Qué hace? Resuelve casos policiacos, sobre todo asesinatos.
El primer caso memorable y por el cuál, Elmer Mendoza (1949) le dio vida a Edgar Mendieta fue por el de un abogado a quien mataron con una bala de plata. En su investigación se mezcla con políticos, narcotraficantes y metafísicos. La novela Balas de Plata (Mendoza, 2008. Tusquets) es la vivienda de Mendieta y a través de ella conocemos a un policía que no creemos que pudiéramos encontrar en la calle, que no encaja en nuestro estereotipo de investigador mexicano.
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La última entrega es Nombre de Perro (2012), y en ella el "Zurdo" tendrá que pasar de investigar a una serie de dentistas que un narco anda matando porque no le quieren sacar una muela infectada, a encontrar al asesino de la amante de la jefa del Cártel del Pacífico.
Los invito a probar la novela negra, género que hasta 2012 no tenía un apartado propio en las librerías mexicanas y que está dando de qué hablar. Como dicen los psicoanalistas la comunidad está sublimando su angustia por la violencia del país escribiendo sobre dicha violencia, al menos en ficción.
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Si nuestros ministeriales fueran tan buenos, educados, nobles y lectores como el "Zurdo", otra fuera la investigación policiaca en Sinaloa.