enero 30, 2013

Les presento a Edgar Mendieta

En 2008 sale a la luz pública "el Zurdo" Mendieta. Un policia de la ministerial, oriundo de Culiacán, Sinaloa y nativo de la Colonia Popular (al suroeste de la citada ciudad). Es un hombre solitario, sufre de depresión, lo acaba de dejar su novia y se somete a psicoanálisis para tratar  los problemas de autodestrucción que ejerce día con día, mismos que nacieron, quizá, desde que fue abusado por el sacerdote de la parroquia de la colonia. Tiene un hermano que no ve desde hace años, pues tuvo que huir de la ciudad. Lo cuida doña Ger, la señora que lo ve como un hijo, le limpia la casa, le lava, le plancha y le hace de comer, al tiempo que le inyecta ánimos.

Un grupo de compañeros de trabajo lo sostiene anímica y laboralmente, le tratan como el sinaloense promedio trata a sus cuates: con groserías, albures y frases humillantes. Agresivos pues, explicaría cualquier profesionista de la salud emocional.

¿Qué hace? Resuelve casos policiacos, sobre todo asesinatos.

El primer caso memorable y por el cuál, Elmer Mendoza (1949) le dio vida a Edgar Mendieta fue por el de un abogado a quien mataron con una bala de plata. En su investigación se mezcla con políticos, narcotraficantes y metafísicos. La novela Balas de Plata (Mendoza, 2008. Tusquets) es la vivienda de Mendieta y a través de ella conocemos a un policía que no creemos que pudiéramos encontrar en la calle, que no encaja en nuestro estereotipo de investigador mexicano.

El segundo caso, Mendieta tendrá que dilucidar quién mató a la bailarina de mesa (table dancer, pues), Mayra Cabrales. La descripción que elige Mendoza raya en las alucinaciones, es estar leyendo las ideas del detective en la misma secuencia que van apareciendo en su cerebro. La prueba del ácido (2011) no es una novela para principiantes del autor (principiantes favor de empezar por Asesino solitario, 1999 Tusquets).

La última entrega es Nombre de Perro (2012),  y en ella el "Zurdo" tendrá que pasar de investigar a una serie de dentistas que un narco anda matando porque no le quieren sacar una muela infectada, a encontrar al asesino de la amante de la jefa del Cártel del Pacífico.

Los invito a probar la novela negra, género que hasta 2012 no tenía un apartado propio en las librerías mexicanas y que está dando de qué hablar. Como dicen los psicoanalistas la comunidad está sublimando su angustia por la violencia del país escribiendo sobre dicha violencia, al menos en ficción.

dfcg

Si nuestros ministeriales fueran tan buenos, educados, nobles y lectores como el "Zurdo", otra fuera la investigación policiaca en Sinaloa.

enero 27, 2013

Algo para leer en el puerperio.


Durante este fin de semana coincidió que pude conocer a los bebés de dos amigas cercanas, que no tienen relación  entre ellas. Compartí un momento con cada una y mientras me contaban de esa  etapa de los primeros meses de vida de sus hijos,  recordé ese tiempo que ahora parece lejano. Mi hijo mayor es ya más alto que yo y mi benjamín está en esa edad en que los niños tienen facha de Daniel el travieso, mudando los dientes de leche.
Recordé las andanzas de la lactancia, de los desvelos, del descubrimiento del amor tan grande que nos hace capaces de despersonalizarnos, de dejar de ser nosotras por unos meses o años; ese amor que nos permitió sobrevivir como especie, siendo tan frágiles, tan dependientes.  Ese amor que halla recompensas en las cosas más simples y nos hace apreciarlas como milagros, es también el que nos hace temer, que nos transforma  y nos hace descubrir en nuestro interior lo que ninguna otra experiencia es capaz.
Para esas mujeres que están por ser madres o lo han sido recientemente, les recomendaré un libro que leí hace años, y que estas amigas han leído también La maternidad y el encuentro con la propia sombra de la argentina Laura Gutman.  Punto y aparte de las creencias particulares, esta lectura devuelve la confianza en el instinto, esa voz interior que con frecuencia las madres silenciamos ante el ruido de tanta publicidad, tanto especialista, tantos expertos que nos dicen qué y cómo hacer una tarea que está programada en nosotras y que solo necesita un poco de comprensión y respeto para que pueda ser reconocida. 

sd

enero 25, 2013

1Q84


Comencé a leerlo a principios de diciembre, sin más expectativas que el gusto previo por otros libros de Murakami. No conocía la historia ni entendía el título.

Al principio me aburrí un poco, los primeros capítulos son largas presentaciones de los personajes principales y me hicieron sospechar que no sería capaz de terminarlo. Me equivoqué, al quinto capítulo ya estaba enganchada.

La novela transcurre en Tokio en 1984, y es a través de Tengo y Aomame, los personajes principales, que nos adentramos en el mundo paralelo de 1Q84. Cómo en otros libros de Murakami la fantasía está a la orden del día y los detalles minuciosos de la vida de los personajes son descritos sin prisas a lo largo de las más de mil páginas de la obra completa.

La recepción de 1Q84 ha sido extrema, o lo odian o lo aman, algunos critican el  giro a la narrativa en primera persona en otras historias de Murakami y otros creen que la historia se pudo haber contado en mucho menos páginas; es decir mucho texto para decir poco.

A mi el libro me gustó, disfrute, los encuentros y desencuentros entre Tengo y Aomame, la minucia con la que cada uno ejecuta sus actividades del día a día, y el aparente orden en un mundo en ese mundo desconocido.

Creo que Murakami juega con los juicios, prejuicios y debilidades del ser humano, las historias danzan en el lector confrontando sus propias creencias y transgrediendo los límites de lo previsto. Todo encerrado en una historia de amor que te hace desear el encuentro y final feliz de los personajes.

El final me pareció débil y acepto que hay aspectos dentro de la historia que al principio parecen fundamentales y luego no sé sabe bien qué pasó con ellos.

El libro en español lo encuentran publicado por la editorial Tusquets en dos tomos.

Y ustedes ¿qué opinan de Murakami?
Nos leemos, por cierto ¡Feliz año!
cj


enero 23, 2013

Bajo presión

Haberme convertido en mamá en el 2006 me llenó de gozo y también de un sentimiento de angustia. ¿De qué manera podía educar a mi hijo para ser exitoso, seguro, desenvuelto, inteligente, obediente, audaz, tenaz, tomador de buenas decisiones, feliz, respetuoso del ambiente y de las personas, honesto...? (me detuve no porque la lista que fabriqué en mi cabeza se detenga aquí, sino porque creo que la idea ha quedado clara ¿cierto?).

Los primeros meses parecían una competencia con las madres que tenían bebés de edades similares. La interacción con ellas rondaba sobre cuántas onzas comían (nunca lo supe porque amamanté), cuántos centímetros había crecido, cuánto había aumentado en peso, si ya dormía toda la noche, si usaba ropa de tallas más grande que su edad...en fin el desarrollo de los niños se medía en el que estuviera más allá de los límites marcados por algún factor estadístico autorizado por alguna institución pediátrica avalada por algún organismo internacional de algo.

Confieso, hoy sin culpa, que preferí alejarme de dichas mamás. Sin embargo, quedaron los libros que gritaban que había que iniciar la estimulación temprana y los cientos de artículos que indicaban que quien no iniciara ya con dicha estimulación y con un segundo idioma en los primeros 18 meses de nacimiento, seguramente terminaría como parrillero de alguna tienda de comida rápida.

Por fortuna, tenía que apoquinar con algo de efectivo para el gasto familiar así que regresé a trabajar dos veces a la semana cuando el niño tenía 7 meses. Cuando estábamos juntos dormíamos abrazados, lo llevaba al parque, le cantaba (con mi desafinada voz), escuchábamos música y lo tenía gran parte del tiempo en brazos (a pesar de ciertas voces que decían "lo estás malcriando y lo vas a embracilar). Y a este ritmo hemos llegado a los 6 años.


Hace dos años me encontré con el libro Bajo presión de Carl Honoré, lo compré por la contraportada: "Carl Honoré explica cómo nuestro moderno enfoque de la infancia es todo un fracaso: nuestros hijos están más obesos, miopes, más deprimidos y más medicados que cualquier generación anterior".

Es hasta este momento (haciendo honor al otro libro de este autor Elogio a la lentitud) que le tocó el turno de ser leído. En él se hace un análisis de lo que se piensa que está bien hacerle a la infancia y demuestra con resultados de investigaciones y observaciones cómo el volver a lo básico: juegos, paciencia, tiempo y amor, siguen siendo los factores para guiar a los niños a una vida plena y a un desarrollo armónico del potencial de inteligencia que ellos ya tienen.

Recomiendo ampliamente su lectura, dejemos en paz a los niños y seamos felices a su lado.

dfcg

*Imagen tomada de El blog alternativo

enero 17, 2013

Una de crianza

Debo reconocer que soy un persona impulsiva y que ello me ha ocasionado algunos golpes, tanto físico como morales.

En el otro lado está mi esposo, paciente y cauteloso. No es que eso lo haya salvado de golpes físico/morales, pero de abordar de manera diferente sus problemas.

Nuestro hijo es más parecido a mi esposo. Así que para diversos aspectos en los que nos toca convivir suelo desesperarme. He estado buscando trabajar en entender que es una forma de aprender, tan válida como mis carreras y arrebatos, que la tolerancia es la clave de una vida armónica. Pero la vida, la vida tiene lo suyo para poner a prueba eso que dices haber estado trabajando.

Hace tres días lo inscribí - a mi hijo, no a mi esposo- en clases de natación, después de la primera clase me dijo que sí le había gustado un poco la clase. Antes de ir a la segunda clase me dijo que tenía temores, al final de esta segunda clase observé porqué: tenía un miedo terrible saltar a la alberca.

Observé cómo dudaba, cómo verbalizaba, y le preguntaba al profesor qué era lo que tenía que hacer con el fin de que éste le dijera que ya no era necesario que se aventara. Tuve que hacer un enorme esfuerzo para guardar silencio, para calmar mis impulsos de exigirle que se tirara, para decir que no pasaría nada si lo hacía bien, para pedirle que tuviera cuidado de resbalar... en fin, ustedes saben, las miles recomendaciones que una mamá piensa y considera que debe decir a un hijo, devaluando la posibilidad de que el hijo propio descubra cómo hacerle (en efecto, yo creo que no son una "tabula rasa"como Locke lo afirmó hace años).

Ese día al irse a la cama me dijo: -mamá no quiero que sea mañana, no quiero tirarme el salto-.

Confieso que tuve emociones encontradas, por un lado impaciencia (claro, de alguien que ya ha pasado por ahí) y por otro lado empatía (sí, ya había pasado por ahí pero ¿recordaba yo lo que se sentía?).

Recordé en voz alta mi primer clase de natación, cómo fue, qué me impulsó, el miedo que tuve, qué pensé siendo una niña de siete años, le pregunté qué era lo peor que consideraba que podía pasar y observé en su respuesta que su percepción del ambiente y de la acción estaba alterada por el miedo.

¡Qué distintos las percepciones de acuerdo a nuestras edades y experiencias! Todas ellas válidas.

Mi relato lo animó y también lo hizo descansar. A la mañana siguiente me contó que estaba ideando la manera de tirarse ese brinco. Mismo que hizo tres veces ese día en su clase de natación. Salió de la alberca convertido en un héroe, se sintió feliz.

Lo mejor para mi fue el proceso en el que llegó a dar esos salto. Un proceso de escucha, de aceptación de las limitantes, de conciencia de la emoción y de vivirlo acompañado de la fantasía.

Así que dentro de toda mi impulsividad y arrebato he encontrado que también puedo ser paciente...

dfcg
La autora tiene como propósito practicar el reiki y la meditación...¿será lo suficientemente paciente?

enero 10, 2013

De mi negación a leer

Durante el año 2011 tuve de meta probarme que siendo mamá, profesionista, ama de casa y ser social se podía cumplir con la meta de lectura propuesta por la UNESCO: veintitrés libros al año.

Lo cumplí.

Di lectura a dicha cantidad, sin incluir las torres de tareas, anteproyectos de investigación y tesis completas que por mi trabajo debo leer.

Leí libros de quinientas páginas y también de cien. Leí en todas partes y a cualquier hora. Comenté lo leído, hice promoción de las historias, presté mis libros.

Entrando el año 2012 mi ritmo siguió y a finales de enero empezó a descender hasta junio, en ese mes ¡pum! desapareció mi gusto, me costó mucho trabajo tomar un libro, pospuse mis momentos de lectura y di rienda suelta a tejer.

En lugar de libros leí el periódico y revistas y como mi amigo Sixto dice "la resistencia genera persistencia", evité resistirme a este gusto por tejer (mantener mis manos ocupadas y dejar divagar mi mente al ritmo de una respiración tranquila) y dejé el libro en mi mesilla de noche.

Al final de este año sólo di lectura a diez libros, menos de la mitad. Desconozco a qué se debió mi falta de interés y mi cambio de atención, sólo obedecí a mi impulso.

Ayer, mientras buscaba un regalo, me encontré con un libro La marrana negra de la literatura rosa (Velazquez, 2010), lo tomé por el título que me provocó morbo. Lo empecé a leer en el pasillo de la librería y lo terminé acostada en mi cama. El primer cuento me provocó risas, asco, ternura y estupor. La narrativa me pareció fluida. Se lo enseñé a Marcia y se lo quería llevar a su casa.

Quizá, este norteño disfrazado de guardaespalda de político ha venido a quitarme mi "estreñimiento" lector.

Los mantendré informados.

dfcg
La autora no es crítica literaria pero sí le gusta blofear al respecto con frases como "narrativa fluida".

La foto fue tomada del sitio Letras Libres