junio 29, 2012

¿Cuántas palabras por minuto?



Hice un curso de lectura rápida y fui capaz de leerme ‘Guerra y paz’ en veinte minutos. Creo que decía algo de Rusia.
Woody Allen



Es curioso como hay circunstancias que de repente nos hacen reflexionar sobre un tema, el más reciente en mi caso es el de contar las palabras de lectura por minuto.

Todo comenzó hace un par de semanas que una maestra de secundaria me comentaba sobre el número de palabras que podían leer sus alumnos de tercero de secundaria y luego, cuando mi cuñada me  platicó irónicamente sobre el conteo de palabras leídas en la escuela de su hijo. Mi primera reacción fue de asombro pues no pensé que evaluar de esa forma la lectura aún fuera una práctica común. Me intrigó saber más al respecto pues intuía que el conteo estaría relacionado con la SEP y alguna nueva política educativa.

No estaba equivocada, al teclear en un buscador  “palabras por minuto lectura SEP” me encontré ante un asombroso mar de información relacionado con el tema. Resulta que desde finales de agosto del 2010 se presentaron los Estándares nacionales de habilidad lectora, (debo admitir que desde hace un tiempo deje de ser ferviente seguidora de los programas oficiales de lectura, en un principio me parecían interesantes y necesarios de conocer para poder hablar en materia de lectura, pero después de un tiempo sentí que la monotonía y la poca originalidad de los mismos aportaba poco a mis lecturas en el tema de lectura) el caso es que casi dos años después empiezo a leer sobre estos nuevos estándares que se presentaron con bombo y platillo y como el descubrimiento del siglo en materia de lectura.

¿Cuáles son las nuevas  viejas estrategias?

La SEP dice que la lectura tiene que ver únicamente con dos actividades la decodificación y la comprensión, así para ellos la mejor forma de medir el nivel lector es dividiendo la lectura en tres aspectos medibles: velocidad, fluidez y comprensión.

De los tres aspectos que buscan evaluar, el que tienen más claro es la velocidad misma que expresan en palabras leídas por minuto. Tienen gráficas muy elegantes para cotejar el nivel en el que se encuentra el alumno y así dar herramientas a los maestros para emitir un juicio respecto al nivel lector de los pequeños (y no tan pequeños pues esto aplica también para secundaria). La calificación, por llamarla de un modo, la expresan en la siguiente escala: avanzado, estándar, se acerca al estándar y requiere apoyo, siendo por supuesto el alumno “más lector” aquel que logra el calificativo de avanzado (gracias al número de palabras que puede leer por minuto) y el menos lector el que cae en la casilla de “requiere apoyo”.

Al asunto de la fluidez y la comprensión les dedican menos tinta, abordan un poco el tema de cómo evaluar la comprensión de un texto (pedir que el alumno repita lo que leyó y si omite alguna parte esencial del texto, señalarlo como un problema de comprensión), la fluidez que tiene que ver con las habilidades del alumno para leer en voz alta, en particular, entonación, ritmo y fraseo, supongo tramposamente que la evalúan al mismo tiempo que la velocidad, asunto que a mi juicio vuelve más escabrosa la lectura.

Mi veredicto final es de asombro, la SEP sigue buscándole tres pies al gato en materia de lectura. Cuenta con un buen grupo de asesores y estudiosos en el tema pero en última instancia el utilitarismo les gana y las estrategias creadas boicotean más que alentar las prácticas de lectura en el aula.

Como maestra, mamá y lectora creo que leer nunca será algo medible a cabalidad y mientras sigamos empeñados y atentos al área de la decodificación seguiremos pasando por encima de lo que suscita y detona la lectura a nivel interior e inconsciente.

El número de palabras leídas por minuto no expresa en modo alguno el papel que la lectura puede jugar en el desarrollo lector de un alumno, yo he constatado infinidad de veces que muchos de mis alumnos que mejor y más rápido leen son los que menos comprenden, pues están tan interesados en pronunciar y ganarle tiempo al texto que la comprensión y el entusiasmo por leer quedan fuera.

Creo que algo que sería interesantísimo en todo el sistema educativo es que por lo menos uno de todos los planes que emite la SEP se siguiera por un periodo largo, con capacitaciones intensivas y oportunas, espacios de apoyo a maestros y padres de familia y una revisión constante de lo que se hace y puede mejorar sobre la propuesta. Hay elementos en los que han avanzado, como son las estratégias de difusión en línea, la creación de manuales y la convocatoria a que los padres participen del desarrollo lector de sus hijos (aunque presenten la consabida consigna de leer con los niños al menos veinte minutos diarios, letanía que recuerdo desde que yo era pequeña), pero es justo decir que el camino se queda trunco cuando parece que con una calculadora de velocidad de lectura, mágicamente se resuelve el asunto de la lectura.

¿y ustedes, maestros, papás y lectores, qué opinan de todo esto?

cj

2 comentarios:

  1. Esta postura es una plaga. Como mamá me he rasgado las vestiduras cada vez que la tarea es contar las palabras por minuto (por cierto que empiezan desde primero de primaria) Invariablemente la lectura que pudo ser divertida, es más bien accidentada, no existe ese ánimo de autocorección en las palabras que se anticiparon equivocadamente, se sacrifica la entonación y las pausas que deberían dar cuenta del suspenso. No hay que dejar pasar esas tareas sin hacer ver a los niños que la importancia es otra. Restemos importancia a este asunto desde casa.
    Como maestra este año escolar dedique una hora semanal (se me hace poco) a leer en voz alta con un pequeño grupo de 1° de secundaria. Una página cada quien de una clásica novela juvenil. Hubo chavitos que se quedaron picados y pidieron el libro para terminarlo, hicieron el ejercicio de recordar en qué nos habíamos quedado la última vez. Los que leían bien, leyeron mejor y los que leían mal ganaron confianza y fueron venciendo vicios.
    En resumen, como bien opina Woody Allen: el que lee rápido no lee bien.

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    1. Sandy, totalmente de acuerdo con tu comentario, al final me quede dudosa pues el cierre de mi escrito parece que defiende este tipo de prácticas cuando en realidad no las comparto en absoluto. Es una pena que nuestro sistema educativo siga apostándole tanto a la evaluación medible y unificadora, ¿cuántos lectores no conocemos que leen pésimo en voz alta y se apropian el texto con un placer infinito?
      Sigamos hablando del tema para hacer algo al respecto.
      Un abrazo
      cj

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