Aprovecho el pretexto de las vacaciones para hablar de ciertas diadas que me
parecen interesantes. Empiezo hoy con: COMER Y LEER. En un ejercicio de asociación lo
primero que pienso es lo siguiente: me encanta comer y me encanta leer ¡ahí
está! actividades disfrutables, eso es lo que tienen en común.
Luego pienso un poco más y vienen a mi mente ciertos
recetarios, leer para comer, es decir palabras que me ayudan a crear un
platillo, ¡vaya deleite! Seguir las páginas de un recetario, pasar los dedos
enharinados por encima de la lista de ingredientes, pensar y tratar de recordar
si ya pusiste el ingrediente o todavía no, la imperiosa necesidad de seguir en
orden las instrucciones, la lectura desbordada de los pasos para amasar,
sancochar, hornear o crear todo un nuevo engendro en la cocina. Sí,
definitivamente comer y leer para mí tiene que ver con cocinar, con los
recetarios heredados y las recetas ilegibles, con las tradiciones culinarias y
el placer de crear.
¿Qué más hay entre la comida y la lectura?, platicar de
libros entre comensales es una delicia doblemente disfrutable, hablar de libros
puede hacer que se nos haga agua la boca al imaginar una buena lectura, leer
puede dar hambre (en mí caso particular, mucha), un cuento o novela con un
personaje que cocina también nos deleita y nos antoja, ciertos ingredientes
aunque sean leídos pueden causarnos repulsión o de plano hasta quitarnos
el hambre.
¿Comer y leer al mismo tiempo? Me declaro total, completa y
absolutamente incompetente, las veces que lo he intentado mis libros terminan
llenos de manchas de grasa, decorados con alguna salsa misteriosa o como
albergue de moronas clandestinas, confieso que envidio tremendamente a aquellos
que con toda calma comen (lo que sea que estén comiendo) y siguen sin problemas
la trama de lo que leen. Yo en cambio o como o leo, nunca las dos cosas al
mismo tiempo ¿y ustedes?
cj
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