julio 02, 2012

Palabras nuevas: pensamiento en expansión.


Esta tarde mientras caminaba con mi hijo de 7 años, decidí entrevistarlo, buscando el tema para la entrada de hoy,  misma que no había preparado por estar con el ánimo en otra parte.
- ¿Tú crees que fue importarte que aprendieras a leer?
- Sí
- ¿Qué es importante de leer?
- Pues que se aprenden palabras nuevas y conoces historias interesantes.
Entonces me acordé que cuando este niñito terminó el kínder, en la ceremonia para despedir a los niños que se iban a la primaria, la directora de la escuela dijo de él que siempre se distinguió por su vasto vocabulario. Desde que era  muy pequeño utiliza con tanto acierto el lenguaje, que causaba gracia en los adultos que lo escuchaban. Las maestras me daban el crédito de su singular conducta lingüística: “es así porque tiene una mamá literata” –decían-  ¡Qué literata voy a ser! Además ni se imaginan lo coloquial que soy en mi ambiente familiar. No, este niño que usa adjetivos como magnífico, espeluznante o liviano, que jamás ha contestado con un “ok” a una pregunta y desde que aprendió a hablar asiente  con un “de acuerdo”,  es casi purista del lenguaje por otra razón
Hoy acabé de comprobarlo, todo es culpa de los libros, es ahí donde aprendió a conocer las palabras y a usarlas para expresarse con tanta puntualidad. Antes, interrumpía la lectura en voz alta para preguntarme qué significaba tal o cual palabra; ahora soy yo la que eventualmente interrumpe para preguntarle si sabe lo que significa la palabra que acabo de decir. Si no pregunta es porque sabe, créanme, sus definiciones siempre lo demuestran.  
- Y ¿cuál es tu libro favorito?
- ... ¿de los que tenemos en la casa?... El de los dinosaurios que tiene ventanitas. Pero deberías hablar de El cocodrilo de la bañera
- ¿Por qué de ese?
-Pues porque es de aventura y eso a todo mundo le gusta.
Seguiré su sugerencia. Les diré que El cocodrilo de la tina[1], trata de una niña con facilidad para inventar historias y que encuentra, en esa habilidad, la manera de atemorizar a su hermanito y poder  gozar de libertad en el baño de  tina que tanto disfrutaba. Después un incidente, que ella cree haber provocado, la lleva a darse cuenta de cuánto quiere a su hermano menor y se convierte en la heroína de la historia salvando del desagüe “un juguete favorito”.
Mi ánimo sigue en otra parte. Guardo el deseo de que en México cualquier persona, desde un niño de primaria, hasta el presidente de la República, pueda decir el título de un libro que ha leído y le ha significado algo. Porque el lenguaje configura el pensamiento. Mientras más palabras tengamos para referir la realidad más elaborado será nuestro pensamiento, pero también más crítico, más tolerante, más consciente y menos, mucho menos pobre.
Aquí les dejo esta reflexión  que encontré interesante, en torno al fomento de la lectura en nuestro país. http://akantilado.wordpress.com/2011/12/12/reflexiones-sobre-lectura-y-realidad/

sd


[1] Christian Lehmann (1998) FCE, col. A la orilla del viento

1 comentario:

  1. Excelente! Me encanta saber que los padres de familia se esmeran en inculcar tan hermoso hábito en sus hijos :)

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