agosto 19, 2014

Ya no me necesita y duele


Ayer tuvimos la junta de vecinos. La junta era a las 8pm. Lo cual implicaba dejar a P dormido para que no perdiera el ritmo de sueño que habíamos logrado antes de entrar a clases. 
Me fui  a la junta dejándolo listo para dormirse, le di indicaciones de qué hacer si necesitaba algo, un beso y me fui.
En mi fuero interno me fui segura de que en algún momento P se iba a aparecer en la reunión, o de que iba a estar despierto cuando yo volviera.

Plegaria para un niño dormido

quizás tenga flores en su ombligo
y además en sus dedos que se vuelven pan
barcos de papel sin altamar. 


No fue así. P estaba profundamente dormido cuando regresé y con todas las luces apagadas. 
Ya venía sintiéndome incómoda de la junta. Me enganché con el presidente, un tipo de los que cuelan el mosquito y dejan pasar el camello.

Plegaria para el sueño del niño

donde el mundo es un chocolatín. 
Adonde vas
mil niños dormidos que no están
entre bicicletas de cristal. 


Al llegar a casa me sentía molesta, con ganas de llorar, desesperanzada. Entonces reflexioné y concluí qué me tenía molesta: haber aceptado una responsabilidad de tesorera. Es un hecho, creo que para vivir en comunidad es necesario asumir responsabilidades pero, siempre me ha sido más sencillo delegar, que otros lo hagan y yo ser una contribuyente cumplida.

Se ríe el niño dormido

quizás se sienta gorrión esta vez
jugueteando inquieto en los jardines de un lugar
que jamás despierto encontrará. 

Ok eso estaba claro, lo acepté por responsable y no por gusto.
Lo otro fue darme cuenta que P es un grande, que ya no me necesita a su lado para dormirse, que fue capaz de estar solo en casa, de no temer, de descansar. Curioso, algo que había deseado desde hace años, ayer se me concedió y me dio tristeza.

Que nadie, nadie, despierte al niño

déjenlo que siga soñando felicidad
destruyendo trapos de lustrar
alejándose de la maldad. 


Es ambivalente ser mamá. Ver que mi hijo hacía algo por sí mismo me llenó de orgullo y al mismo tiempo de una nostalgia por saberme no útil. ¡Que intenso! 
Tomo conciencia de haber heredado del matriarcado la utilidad de la maternidad y la idea de que dejar de ser útil es quizá dejar de ser madre y entonces ¿qué, quién soy y qué sigue después?
No soy socióloga pero reconozco en esta idea tintes de machismo, de extorsión emocional y raíces de muchas de las enfermedades femeninas.
Me autoapunté una palomita (un check) y una lágrima. Y lo mejor fue haber reflexionado, desentrañado las emociones y haber encontrado su conexión con las ideas. Dejarlas correr en mi ser. Verlas de frente.
Quiero seguir guiándolo y desarrollando yo misma la independencia emocional, física y el amor propio para no llegar a la vejez pensándome inútil cuando él tenga una vida propia y para no hacer chantaje cuando él sea feliz lejos de mi lado.
dfcg

* Las estrofas intercaladas en el texto pertenecen a la canción Plegaria para un niño dormido de Luis Alberto Spinetta

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