noviembre 23, 2012

Lecturas de medianoche


Si eres de esos lectores desaforados que no puede dejar una historia a medias, seguramente te has encontrado en situaciones incómodas de lectura, es decir: momentos de extrema contorsión, lagrimeo profundo, hambre y sueño exacerbado, esfínteres a punto de reventar, etc.

Yo confieso ser de las que no deja el libro mientras pueda, si la historia me atrapa, me atrapa en serio y prefiero desvelarme, dejar de comer y llevarme el libro al baño, antes que interrumpir la lectura.

Para mí lo peor es la noche, cuando todos duermen y yo me resisto a apagar la luz de mi buró para seguir leyendo, generalmente escucho una voz interior que me advierte que al día siguiente no me voy a levantar, siento como el cuello se me entume y mis ojos hacen viscos para descifrar el texto con la pésima luz que alumbra el libro, luego comienzan las cantaletas prometo dejar la lectura al concluir un capítulo pero esa promesa, lo sé en las entrañas es el autoengaño por excelencia, porque llegado el nuevo capítulo las ganas por saber cómo sigue la historia casi siempre son más que las ganas de dormir, así que sigo por uno más, y otro, y otro… hasta que mi mente va perdiendo claridad y las letras empiezan a desfilar frente a mi como en la canción de Cri-cri, (primero verás, que pasa la “A”, con sus dos patitas…), en ese instante sé que no puedo hacer más, no importa cuanto trate de espabilarme, el cansancio me vence, tengo que aceptar la derrota y dormir.

Lo peor es que en esas ocasiones, lo leído me habita a tal grado que mis sueños se ven invadidos por los personajes de las historias que leo, los escenarios cotidianos se mezclan con la ficción y elementos que habían pasado desapercibidos durante la lectura se vuelven importantes en el sueño, a tal grado que en la mañana tengo que hacer una especie de autopsia del sueño para encontrar qué de todo eso pertenece a lo leído.

Si estuviera en análisis sería interesantísimo analizar éste tipo de sueños híbridos, intentar descifrar el porqué de esas mezclas y el sentido último que la voz del autor ejerce en mí durante la lectura y luego en el sueño… lamentablemente dejé el análisis hace algún tiempo, además casi siempre cuando frecuentaba el diván los sueños se me escapaban.

En fin, lecturas van y vienen, en posiciones y horas que pueden ser cuestionables, lo que no se alega es el placer inenarrable que experimentamos al hacernos de otras vidas, personajes o pensamientos.

Y ustedes: ¿cómo y cuándo prefieren leer?

Nos leemos
cj

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