septiembre 26, 2012

Una de Saramago


Ahí estaba, frente a la glorieta, recargado en su destartalada camioneta y vendiendo cochinitos de cerámica, de esos que antes usábamos para ahorrar monedas. Era un Cipriano Algor, aunque ése no fuera su nombre verdadero.

Seguí mi camino con el corazón apachurrado. Un hombre entre 60 y 80 años vendiendo cochinitos blancos con flores de colores, una decoración típica de las alcancías de mi niñez, de ésas que para sacar el dinero de adentro había que romperlas. Hoy, ¿todavía ahorran las personas las monedas que andan por ahí?, ¿nos gusta utlizar los cochinitos o ya no van con nuestras decoraciones minimalistas?, ¿por cuánto tiempo este señor se dedicó a trabajar vendiendo este tipo de mercancía?, ¿a dónden vas ustedes si quieren comprar una alcancía?

En su libro La Caverna, José Saramago narra la historia de Cipriano Algor, un alfarero que con sus manos creaba loza de barro cuyas formas eran únicas e irregulares, como la vida. Un día, el Centro (nombre que recibe la organización que se encarga en la ciudad de hacerla de una plaza comercial al modo moderno: tiendas, restaurantes, vivienda, centro de reunión y de experiencias) decide que los platos, tazas y vasos de barro ya no se venden más. Cipriano se queda sin trabajo, sin estilo de vida. Por este motivo a su hija se le ocurre la idea de diversificar la producción, harán monos, personajes (como a Lego le ha funcionado bien). Incursionan en esta labor sin conocer bien la técnica, sin realizar una investigación de mercado y cuestionándose la vida misma.

No contaré más sobre la historia que me resultó dolorosa de principio a fin, por verla tan auténtica de la realidad circundante. Lo que sí diré es que recomiendo leerla pues a través de ella se puede llevar un análisis de la vida actual y un bosquejo del futuro inmediato.


Y cuando vean un Cipriano Algor por ahí, salúdenlo y díganle que sí, que todavía tiene lugar en este mundo.

dfcg
*La autora sí tiene cochinito blanco con flores de colores y ahí ahorra para su viaje a París.

1 comentario:

  1. ¡Hermoso! Conozco al Cipriano Algor del que hablas y al verlo muchas veces intento imaginar su historia y adivinar las ventas del día.
    La novela de La Caverna es uno de los dardos sociales clásicos de Saramago, yo también la leí con angustia, maravillada por la prosa y la realidad que exhalaba.
    Gracias Dul, por esta recomendación.

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