agosto 13, 2012

El libro que sabe un poco de todo.


Qué emocionantes son los inicios. La semana antes de regresar a la escuela se parece un poco a la Navidad. En diciembre uno envuelve regalos, con la ilusión de ver la sorpresa en los ojos de los niños, en agosto se forran libros y se pasean los ojos por las páginas que contienen otra clase de sorpresas.  Es inevitable ceder a la tentación de anticiparse a lo que descubrirán, a lo que serán capaces de hacer, a las tareas que vendrán en la mochila.
Sustituir los lápices y los  colores “enanos”  por  otros con punta nueva. Listos para un paso más en la aventura de crecer,  los objetos nuevos  anuncian conocimientos emocionantes. Asícuando aparecen el compás y las escuadras  en la lista de útiles, es señal de que ya viene la geometría. 
Este verano en la lista de 2° de primaria viene un diccionario. “¡Ya voy a usar diccionario!”  -se entusiasma mi hijo menor- y después de pegar calcomanías en los cuadernos, se queda absorto en ese objeto que heredó de su hermano (quizá por eso lo considera más valioso). Escribimos su nombre, abajo del nombre del antiguo dueño y no tiene que decir nada más,  se le nota lo importante que se siente, una pizca de susto tal vez, porque no está seguro de poder usarlo tan fácil como los grandes.
El diccionario es un libro un poco distinto a otros. Es uno al que le podemos preguntar cómo se escribe una palabra o qué significa, sabe un poco de todo y es como un buen amigo que hay que tener siempre cerca.  
Padres, maestros, niños… ¿listos para empezar otro año? ¡Qué emoción!
sd

No hay comentarios:

Publicar un comentario