octubre 08, 2012

El curioso incidente del libro que suda.



Hace poco más de un año una amiga se  fue una temporada del país, dejando la mayoría de sus pertenencias almacenadas  y  provistas de un producto antihumedad. De todas formas, al volver, se encontró con que muchos de sus libros se habían afectado y tuvo que implementar una variedad de métodos caseros para secarlos. Me contó de  uno en particular que, a veces, cuando hay humedad en el ambiente ‘suda’. No sé que me gustó más, si la sinopsis que me hizo de la historia narrativa o la anécdota del libro-objeto que reaccionaba al clima; el caso es que le pedí que me lo prestara.
El curioso incidente del perro a medianoche lo narra su protagonista de 15 años, a quien le gustan los números primos mucho más que los cardinales,  razón por la que los capítulos no llevan el orden convencional  sino que comienzan con el 2 y terminan en el 233.
A Christopher  le gustan  los perros porque sólo tienen cuatro estados de ánimo fáciles de reconocer. Le gusta el rojo y sabe que cuando, de camino a su escuela,  puede ver 5 coches de ese color  tendrá un día excelente. Es buenísimo para jugar Scrabble y aspira a sacar un sobresaliente en el examen de bachiller en Matemáticas que nadie más ha presentado en su escuela.
La verdad es tan importante para él, que le disgustan las metáforas, tanto como los extraños y que alguien lo toque.  La rutina de Christopher es estable y le da seguridad hasta que ocurre un incidente en el vecindario que lo lleva a decidir emular a su personaje literario favorito, Sherlock Holmes, para resolver el misterio y escribir un libro. Las circunstancias lo llevarán a una aventura mayor, en la que descubrirá su valentía y nos desvelará algunos otros misterios sobre su historia y sobre la increíble y compleja mente de los niños autistas.
A medida que los acontecimientos van ocurriendo, este singular personaje acude a los consejos de Siobhan, quien le ha enseñado las cosas que lo ayudan a estar tranquilo, a evitar meterse en problemas, a tener una opinión valiosa de sí mismo y a descubrir todo lo que es capaz de hacer. Éste es un personaje que conocemos solamente a través del discurrir del pensamiento lógico de Christopher, sin embargo, es una manifestación de la labor amorosa que desempeñan los maestros que trabajan con los niños que llamamos ‘especiales’.  

“Todo mundo tiene necesidades especiales, como Padre, que tiene que llevar siempre encima una cajita de pastillas de edulcorante artificial que echa al café para no engordar, o la señora Peters, que lleva en el oído un aparato de color beige para oír mejor, o Siobhan, que lleva unas gafas gruesas que si te las pones te dan dolor de cabeza, y ninguna de esas personas son de Necesidades Especiales, incluso aunque tengan necesidades especiales”. (Haddon Mark, 2004, pág: 63)

Esta esdrújula terminó de leer el libro, y aunque no pudo confirmar la teoría de la sudoración, no pudo evitar humedecer un poco la página final.

sd

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