octubre 03, 2012

Faltan bibliotecas

Me he resistido enórmemente a sacar el contenido de las últimas cajas y por ender darle orden al cuarto que hemos nombrado la biblioteca. En dicho cuarto está el gran librero y un silló que se hace cama. Quizá deberíamos llamarlo el cuarto de huéspedes porque también ese será su destino, sin embargo el hijo de esta familia lo empezó a nombrar biblioteca y así nos gustó.

¿Y por qué la incomidad de acomodar? Por un lado me he quedado sin lugar para guardar más cosas y por otro son tantos los libros que no caben en el librero, no quiero agregar otro mueble y no tengo un taladro a la mano para instalar repisas.

Por fin, ayer la mamá crítica que llevo conmigo a todas partes me impulsó a entrar al cuarto y comencé a escombrar (como dicen algunas personas, en lo personal digo acomodar, pero dejémoslo así, para variar).

Encontré algunos objetos lindos que por lo pronto no recordaba tener. Y con respecto a los libros acomodé algunos en un mueble que estaban cubriendo las cajas, pero no todos (al igual que las personas) alcanzaron hogar y quedaron hacinados en un mismo nivel.

De ahí me estuve haciendo algunas preguntas: ¿de cuáles de éstos estarías dispuesto a desprenderte?, ¿seguirás comprando libros?, ¿descargarás, en adelante puros libros electrónicos?, ¿ a qué se debe que tengas tantos libros...¡Ah! ¿y si existieran bibliotecas acudirías a ellas?

Sí, de existir bibliotecas quizá mi librero estaría con mayor espacio, lo cual no convendría a nuestro sistema consumista. También, quizá, las bibliotecas públicas no existen en México porque el Estado no está dispuesto a tener un inventario valioso estancado, quizá porque los ciudadanos no lo hemos demandado, quizá porque aunque estuvieran ahí no acudiríamos.

Los triste es que ese concepto no existe en México, se tienen la del Estado, se tienen las de las universidades públicas (en éstas te permiten consultar pero no rentar a menos que seas alumno con credencial).

¿Y cadad Oxxo tuviera una biblioteca? o ¿cada templo tuviera una?...les dejo la inquietud en el airea.

dfcg
En su infancia la autora visitó algunas bibliotecas de su ciudad (que es pequeña) y se sintió sabia.

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